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Reserva Natural Divisadero largo

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El pedemonte mendocino siempre guarda historia, y en su increíble y única belleza, un sinfín de lugares que convocan a disfrutar. La Reserva Natural Divisadero Largo es uno de estos espacios que tienen tanto para mostrar, en sus valles, quebradas y cerros. Especialmente porque su composición mineral es determinante en los vivos colores que se observan. Fue creada para preservar el área de la cuenca, con su composición terciaria y triásica,  declarada Reserva en 1983, con una extensión de 492 has, con una longitud de 10 km y en su zona más ancha, 0,9 km. Se ubica a una distancia de 8 kilómetros de la ciudad de Mendoza, justo enlazando los departamentos de Las Heras y la Capital de la provincia. Sus límites se demarcan por afluentes de la cuenca aluvional y se definen al norte por el Río Aguas del Medio y afluentes Papagayos; al sur por el Río Papagayos, igual que al este, y al oeste por el Río Aguas del Medio.
Su nombre se refiere al Cerro Divisadero, un espectacular punto de vigilancia, utilizado por los huarpes para detectar el paso de las manadas de guanacos y otros animales, a fin de cazarlos como sustento primordial. Pero antes de la llegada de los españoles, ya los huarpes habían desarrollado la actividad agrícola, generando cultivos en las orillas de arroyos y ríos.
Actualmente podemos disfrutar de esta característica, solo con fines de observación.  Desde este punto, si miramos hacia la llanura, veremos toda el Área Metropolitana, compuesta por los departamentos de Capital, Godoy Cruz, Guaymallén, Maipú, Luján y Las Heras. Hacia el este se observa el Cerro Divisadero Largo, y a su derecha la falla geológica específicamente, que se distingue por los intercambios de colores en la superficie.
Sobre el arroyo, aún se pueden observar y visitar, las ruinas del antiguo campamento minero y su complejo, denominado “La Atala”, de donde se extrajeron buenas cantidades de carbón y bituminosos, que se utilizaban para la iluminación y calefacción de la ciudad, a principios del siglo pasado.
 
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El pasado y sus tesoros

Durante un lapso de más de 200 millones de años, la naturaleza fue forjando esta zona, compuesta de rocas sedimentarias fosilíferas. Sus característica geológicas, son objeto de estudio para científicos y educadores, ya que al presentar una fractura geológica (falla) con un importante desplazamiento, ha permitido observar el interior mismo de capas interiores, donde se muestran diferentes etapas geológicas a través de las rocas sedimentarias que afloraron a superficie.
La Reserva de Divisadero Largo, nos ofrece la posibilidad de viajar en el tiempo, a pasados remotos, donde otras especies, vegetales y animales, transitaban por nuestra geografía. Un depósito de restos fósiles de pequeña y mediana envergadura, que nos pone en contacto directo con una amplia perspectiva sobre los cambios que la naturaleza transita, la dinámica de las especies que habitaron nuestro territorio, y una comprensión mayor sobre el presente de nuestro medio ambiente. Si observamos con atención, desde el Cerro Divisadero, veremos cómo los estratos inferiores fueron inclinados y levantados, dejando expuestos los antiguos sedimentos.
En esta Reserva, se presentan tres  formaciones geomorfológicas: Cacheuta, Potrerillos y el Challao, éstas provienen del tiempo en que la Pangea (único continente existente hace más de 260 millones de años) se separara, dando origen a los diferentes continentes del planeta actual. La biodiversidad era grande en los mares y reducida en los continentes. Se encuentran fósiles mayormente de crustáceos, peces y algas, aunque también de aves, reptiles, anfibios y mamíferos primitivos.
Las particulares formaciones rocosas de esta área, forman parte de la llamada “Cuenca Cuyana”, la cual se desarrollara como un bolsón donde se acumularon los sedimentos desde el período Triásico, tiempo en que aparecieron los primeros dinosaurios (más de 200 millones de años atrás) hasta una época reciente, hace unos 20 millones de años, cuando ya los dinosaurios se habían extinguido, cediendo su territorio a los mamíferos.
Debido a la secuencia de los diferentes ambientes que se generaron a través de estas eras, tales como ríos, lagunas, lagos, ambientes salinos, deltas, y abanicos sedimentarios aluvionales, los restos sedimentarios ostentan una gran variedad de minerales y diferentes restos fósiles propios de cada formación.
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Durante los últimos dos millones de años, la cordillera de Los Andes se levantó, siendo el cuaternario, cuando la Precordillera engrosó la acumulación de materiales sedimentarios. Debido a la singularidad de toda la zona, se considera un ejemplo ecotónico, por presentar características de dos ecosistemas diferentes, presentando cualidades propias de monte, de sierra, bolsones, llanuras y mesetas. Esto determina una biodiversidad riquísima, con una vegetación muy variada, dependiendo de la humedad y altura, y una variedad de especies faunísticas, llamativa y apasionante.
Lamentablemente, este ecosistema fue degradado por la actividad humana, basada en el pastoreo, desmonte, extracción de áridos, acumulación de escombros y basura que destruyen parte del hábitat natural. La basura es producto de algunos asentamientos inestables de poblaciones de bajos recursos. Por otra parte tenemos la población de los puestos, criadores de cabras, que producen un desmejoramiento del hábitat a través del pastoreo. También la actividad deportiva como enduro y mountain bike produce una gran erosión y destrucción de las pendientes sedimentarias, de gran valor arqueológico. Antes de ser declarada Reserva, proveía de algunos materiales de construcción, además de la explotación de carbón, de hecho, algunas canchas de tenis aún poseen pisos de polvo rojo proveniente de los sedimentos de esta zona, de una antigüedad estimada en 60 millones de años.
 
 

Biodiversidad

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Entre las especies típicas de su flora, se distinguen por su preponderancia, el algarrobo, el chañar y la brea. Pero atendiendo a los tres pisos altitudinales de vegetación, se puede distinguir el piso bajo (hasta 1200 msnm), con escasas lluvias y dominado por los jarillales adaptados al clima más seco (promedio de 180 mm anuales). Hay poca vegetación con zonas de suelo desnudo o raso y arbustos como retamos, garabatos, llaullines, zampas, coiranes, chirriadoras, cuerno de cabra, flechilla, olibrillo, jarilla, té de burro, ajenjo, clavel amarillo, clavel del aire, romerillo colorado, pájaro bobo y pichana, y también cactus de gran variedad.
En cuanto a su fauna, encontramos, zorros colorado y gris chico, murciélagos, roedores, comadrejas, ñandú, martinetas, suris cordillerano, cóndores, águilas moras, aguiluchos, gavilanes, halcones, chimangos, yales, piquito de oro, pechito de fuego, algunos carpinteros, picahuesos, siete cuchillos, zorzales, alondras, calandrias, entre las 52 especies migratorias y permanentes de la región. También recorren las laderas los  ratones de campo, cuises, lagartijas, culebras y algunas serpientes como corales y yararás, arañas “pollito”.
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Visitan esta histórica reserva natural, más de 15000 turistas que, alojándose en zonas cercanas, disfrutan de actividades como el trekking, senderismo, safaris fotográficos, escalada, cabalgatas, o simplemente, observar la belleza paisajística, su cielo límpido, la diversidad de seres que transitan sus senderos. Aventureros, deportistas, familias y enamorados, disfrutan de intensos días y descansan al final, en confortables cabañas, atesorando recuerdos inolvidables.